miércoles, 3 de abril de 2013

Oxitocina, Vínculo y Lactancia Materna



“Consideramos esencial para la salud mental que el bebé y el niño pequeño experimente una relación cálida, íntima y continuada con la madre (o sustituto materno permanente), en la que ambos hallen satisfacción y goce”
 Bowlby. 

 Así comenzó Ibone Olza su ponencia en el VII Congreso Español de Lactancia materna resumiendo la teoría del apego expuesta por Bowlby y desarrollada por Mary Ainsworth, que definió el vínculo como lazo que se establece entre RN y madre y que cumple la función biológica de promover la protección, supervivencia y, en última instancia, replicación. A nivel hormonal, en el apego intervienen oxitocina, vasopresina y neurohormonas como el cortisol o las catecolaminas. Además, las alteraciones en el inicio del apego, desde la relación y el contacto con el medio externo, generan alternaciones neuroanatómicas que predisponen a patologías mentales durante toda la vida.

Lo que sabemos hoy en día, explicó Olza, es que la oxitocina además de contracciones o eyección tienen efectos beneficiosos en el sistema nervioso central. Por ejemplo, induce en la madre serenidad, bienestar, amor y confianza, favorece el interés por crear vínculos. Pero, además, el lactante que recibe oxitocina a través de la leche materna también se beneficia de estos efectos y está más predispuesto a la interacción social. El efecto no es solo en el momento del parto o el puerperio, sino que la oxitocina influye en todas las conductas sociales y reproductivas de nuestra especie.

Primeros momentos de la vida
En el puerperio inmediato la madre tiene los niveles de oxitocina muy altos, pero también estrógenos, endorfinas y otras hormonas. La actividad de los receptores de oxitocina también está elevada. En el recién nacido se registran los niveles altos de oxitocina y catecolaminas (estrés beneficioso del parto). Todo ello configura un periodo muy sensitivo, un escenario neuroendocrino con una habilidad única para crear recuerdos. Por eso, el encuentro entre la madre y el bebé debe ser y es una experiencia amorosa, placentera y tiene que quedar grabada en ambos. Además, este periodo sensible es la base de la sincronía puerperal, en la que las funciones de la madre regulan funciones del lactante y viceversa.

Durante este periodo de sincronía, distintas conductas del bebé activan distintas zonas cerebrales en la madre y en el padre, relacionadas con la actividad de hormonas específicas y orientadas a crear respuestas concretas. Por ejemplo, la succión del bebé disminuye la ansiedad y fomenta la relajación de la madre. La sonrisa del bebé, asociada también con un aumento  de la dopamina y los opioides en el cerebro de la madre. Otro efecto curioso es que los niveles de oxitocina se igualan en las parejas, en la madre y en el padre.

Ibone Olza mostró diapositivas en las que se veía como la activación diferente de las zonas del cerebro entre las madres que amamantan y las que no ante el llanto del bebé. Esto es importante porque a las madres que amamantan les resulta más fácil y placentero cuidar a sus bebés. De este modo, la psicóloga afirmó que la lactancia materna es la herramienta fisiológica del vínculo seguro con la que nos ha dotado la naturaleza

Oxitocina intraparto“Cuando empecé a investigar sobre la oxitocina se me pusieron los pelos de punta al encontrar los estudios sobre los efectos de la oxitocina en los mamíferos”, destacó Olza durante su exposición. “Parece evidente que alteraciones tempranas en la oxitocina pueden producir cambios de por vida en la respuesta a estímulos sociales o físicos”, subrayó, mencionando estudios que demuestran cómo puede llegar a alterar también la lactancia en pequeños mamíferos.

Leyendo esta documentación, Olza manejó las siguientes hipótesis sobre el uso del Pitocin ó syntocinon (oxitocina sintética) en el parto: 
-    Altera  la lactancia
-    Pero también la conducta infantil y materna

Por eso, en colaboración con otros colegas, diseñaron un estudio piloto en el que filmaban a un recién nacido en posición de crianza biológica (piel con piel sobre el regazo de la madre) durante 15 minutos, cuando había pasado al menos 1 hora desde la última toma al pecho. La única indicación que daban a las madres es que no pusieran al pecho al bebé y no le metieran el pecho en la boca. 

Resultados Estas grabaciones eran analizadas después por distintos observadores que desconocían el tipo de parto y la aplicación o no de Pitocin durante el mismo. Y encontraron un efecto dosis-dependiente; es decir, cuanto más pitocin intraparto, menores reflejos y mayores dificultades en reflejos neonatales primitivos relacionados con la lactancia materna. 

A los tres meses se contactaba de nuevo con las madres y se corroboró este efeto dosis-dependiente, ya que a más cantidad de pitocin mayor el riesgo de no estar amamantando a los tres meses. 

Estos resultados estaban en consonancia con los un estudio similar realizado en Chicago, confirmando la hipótesis de que el pitocin intraparto puede estar llegando al cerebro del recién nacido e influyendo en inicio y duración de la lactancia. 

Para finalizar su exposición, Olza recordó que un biberón se debería dar con la misma implicación, cariño y contacto que el pecho y pidió que lo único que pierda un bebé que toma sucedáneo sea la leche materna, “pero no toda la estimulación neuroafectiva que conlleva la lactancia”


Ponencia de Ibone Olza en el VII Congreso Español de Lactancia Materna

No hay comentarios:

Publicar un comentario